lunes, 28 de diciembre de 2015

DOÑA FLORENCIA JORDAN DE RUESTA "LA ABUELA LORENZA" POR NIDIA PRESSÓN RUESTA



En estas páginas donde desenvolvemos historias de inmigración; sus caminos, aciertos e infortunios, con que trazaron en esta Argentina nuestra, junto a los pueblos originarios - rescatados potencialmente para la historia recién a partir de la segunda mitad de siglo XX – los destinos de una Nación multiétnica y multicultural, aparecen figuras que, si bien, parecen pasar desapercibidas para la Historia Grande construyeron futuro en el legado de su persona que dejaron a sus descendientes. Esta es una de esas biografías, la de doña Lorenza - o la abuela Lorenzo para los más íntimos - como en el barrio, en La Colonia, llamábamos a Florencia Jordán de Ruesta. Nadie puede decir que conociéndola no le haya dejado algo, un roce tan sólo, apenas, de una figura y una personalidad inconmensurable e imperecedera. (Chalo Agnelli)
FLORENCIA
El 10 de agosto de 1897, fue anunciada la formula presidencial para las próximas elecciones. Alejo Julio Argentino Pascual Roca era acompañado por Norberto Quirno Costa quienes pertenecían al Partido Autonomista Nacional. 
En esa misma fecha nacía Florencia Petrona Jordán Accuatelli en el barrio de San Cristóbal, el de la “Semana Trágica”, el de la “Madre María” (María Salomé Loredo y Otaola), fue en la calle Deán Funes próxima a la estatua de Florencio Sánchez. 
Corría el año 1910 la patria cumplía su Centenario, Florencia tenía ya 13 años. Era la hija del matrimonio formado por Ángeles Accuatelli (Goya) y José Jordán, los dos al casarse provenían de matrimonios anteriores en el que ambos habían tenido hijos. De esta unión nacieron: Florencia, Amanda, Lucio, Francisco, Rosario, Angélica y Angelita. Esta última, en realidad, era hija de uno de los hermanastros y de la sirvienta, pero la anotaron y criaron como hija de Goya y José. 
Los hermanastros eran en total ocho. Uno fue militar, otro fue cónsul en Colombia; estaban a su vez: María, la más parecida a Florencia, y Victoria quién se suicidó con el novio en una lechería tomando cianuro. Nunca se supo el por qué de esta decisión, los dos estaban estudiando en la UBA. 
GENEROSO 
El padre de Florencia tenía una tabaquería y gozaban de una buena posición en la localidad de San Isidro; el caso es que un día se presentó en la casa Generoso Ceferino Ruesta acompañado de su madre Bavila Albóñez de Ruesta. Generoso tenía 19 años, era alto y muy buen mozo, de tez muy blanca, de cabello y ojos negros. La mamá era una aragonesa de fuerte carácter, muy directa en su decir, una mujer de ojos azules y cabello aun rojizo. 
La cuestión es que cuando Goya Accuatelli de Jordán supo de qué se trataba la visita, puso el grito en el cielo y buscó toda clase de excusas, hasta que se le ocurrió confirmar que Florencia era una inútil, que no sabía hacer nada, fue así que prestamente Bavila respondió: 
        Lo que usted no le ha enseñado lo aprenderá conmigo. 
Finalmente Goya y José cedieron y a Florencia se le iluminó la cara de felicidad, con tan solo verlo una vez, ya estaba muy enamorada de Generoso. A los pocos meses se concretó la boda. 
En abril de 1911, se casaron y fueron a vivir con Bavila - Felipe el esposo de esta ya había muerto - y el hermano de Generoso, Faustino (Tití); Jorge el mayor de los hermanos y Margarita ya estaban casados; quienes como sus padres Felipe y Bavila había nacido en España. En Argentina nacieron Elena Marcela a quién casaron con un italiano muy bueno, pero de quien ella no estaba enamorada y sucedió que después de su tercera hija, Elena conoció a un militar de alto rango y se marchó con él; dejando al cuidado de la abuela Bavila y del tío Generoso sus tres hijas: Teresa, Margarita y Elena. Las niñas fueron las compañeras de juegos de su tía política, Florencia, que también, aunque ya casada, era una niña. 
Bavila además de comandar la familia, regenteaba la panadería de San Isidro. Flor aprendió a hacer los trabajos domésticos y a ayudar en el negocio. Si bien tenía 14 años cuando quedó embarazada, era una nena: seguía jugando con las chicas, sus sobrinas, saltaba la soga, hasta que Bavila la hacía entrar pues temía por el embarazo. Así fue creciendo bajo las reglas de su suegra quién le enseñó a trabajar y cuidó de ella con dureza pero queriéndola. 
"LA CURVA" 
El 2 de agosto de 1913, nació Inés (Ñata), la primera hija de Florencia y Generoso. Tiempo después compraron una gran panadería en capital, en la calle Pichincha casi Garay. Allí donde nació su segunda hija, Zulema. Luego vendieron y compraron dos panaderías una en Quilmes, en el barrio La Colonia, y otra en Bernal, esta última en la calle Ing. Eduardo Otamendi, las dos con cuadra y reparto. La panadería de Quilmes, Andrés Baranda 592 (V.N.), fue bautizada "La Curva", pues en esa encrucijada de calles era donde el tranvía 22 que venía desde la Capital giraba a la izquierda y tomaba la avenida Pellegrini rumbo a la estación. El lugar ya se lo conocía como "La Curva de Lemos". La panadería aún existe y nombre lo conservó hasta 2014, cuando se le cambió por “Boulevard”. 
En Quilmes los Ruesta-Jordan vivieron en la calle Sáenz Peña, allí nacieron en 1917, Felipe (Pipe) y en 1919, Nélida (Chola)
LA TRAGEDIA 
El tío Tití (Faustino Ruesta), como lo llamaban sus sobrinas, estaba muy enamorado de una joven que murió inesperadamente. Una inconmensurable tristeza pudo con este hombre, al punto que esperaba que llegara la noche, iba a Ezpeleta y saltaba la pared del cementerio para estar cerca de quien había sido su amada. No pudo soportar el dolor de la pérdida. Poco a poco se hundió en la bebida. Una fría noche de niebla, regresaba a su casa totalmente ebrio, tropezó y cayó sobre las vías del tranvía en la esquina de Andrés Baranda y Pellegrini, donde se quedó dormido. Una “zorra” – esos tranvías de carga de la Cervecería - avanzaba dentro de una espesa niebla que cegaba al motorman, quien tampoco advierte que un hombre que yacía sobre las vías es atropellado y el vehículo lo arrastra enganchado varios metros; su gorra quedó próxima a las puertas de la panadería “La Curva”. 
Esta tragedia golpeó a los Ruesta. Poco tiempo después, Bavila Albóñez de Ruesta, quien durante años había manejado a su familia y a la panadería de Quilmes, paulatinamente se derrumbó, la infinita pena de perder a un hijo le arrebató su extraordinaria fortaleza y lo siguió en la muerte. 
FLORENCIA 
Florencia debió tomar el lugar que dejó Bavila y hacerse cargo de lo que vino después… Si bien Bavila formó y fortaleció a su nuera, no fue así con sus hijos: uno moría por amor, Elena que no volvió jamás a ver a sus hijas, Margarita dedicada a su familia se olvidó de su madre, Jorge, dominado por su mujer… y Generoso, ese hijo amado por Florencia, de aparente carácter fuerte como su madre, también perdió su fortaleza ante circunstancia inesperadas… 
GENEROSO 
Generoso era radical, correligionario y amigo del Dr. Rodolfo López. Cuando cae el gobierno de Hipólito Yrigoyen, tras el golpe cívico-militar del general José Félix Uriburu, se comenzó a reprimir a las organizaciones obreras y se declaró fuera de la ley a todas las organizaciones y grupos anarquistas. Se condenó a pena de fusilamiento a todo activista que se lo encontrase resistiendo contra el gobierno. La represión indiscriminada y salvaje, iniciada por la
De facebook: "Los viejos nos acordamos"
dictadura de Uriburu generó la reacción de grupos anarquistas de acción directa. En Quilmes en uno de los tantos encontronazos los anarcos incendian una jardinera (carro de reparto de pan)
 
Generoso en un incidente casero en el que su madre, que le llevaba una palangana de agua hirviendo para hacerle vapores pues estaba afectado de los bronquios, tropezó y cayó sobre el joven, quien sufrió serias quemaduras en ambos brazos. 
Las quemaduras, a las que se sumó en contra que era panadero y este gremio siempre fue muy levantisco e integrado en gran parte por anarquistas, fueron causales suficientes para detenerlo sospechado de haber sido uno de los que provocaron la quema del transporte y tras un juicio sumario, junto a otros 35 hombres, fue embarcado inmediatamente en el “Pampa” un barco que hacía el trayecto hasta Tierra del Fuego. Permaneció un mes en la bodega de la embarcación, engrillado y en estado deplorable. 
Entre tanto Florencia y sus hijos, ignorantes del destino de Generoso, movían cielo y tierra en busca de noticias. Nadie les había dado parte de la situación por la que estaba pasado él, ignorante también el la que había quedado su familia. 
En Ushuaia sufrió carencias, la tortura agobiante de la soledad y el incalificable dolor de la injusticia. Finalmente por conexiones con ex funcionarios radicales la familia mal vendió todas sus posesiones por la urgencia que los acosaba ("La Curva" pasó a la firma Álvarez & Núñez). Y lograron la libertad y el regreso de Generoso a Quilmes, que se produce tal como la ida en la bodega del mismo navío y en las mismas condiciones. 
Cuando Generoso arriba a Buenos Aires ya no es la misma persona. Era un hombre abatido y enfermo. Su negro cabello había totalmente encanecido, su sonrisa era una mueca y su piel blanca había cambiado a un tono cetrino, cruzado por profundas arrugas. Tenía apenas, poco más de cuarenta años. 
 El tranvía 22 avanza por Andrés Baranda hacia la Curva de Lemos
La Curva de Lemos hoy, Andrés Baranda y Carlos Pellegrini.
LA NUEVA MATRONA 
A partir de lo sucedido Florencia se hace cargo de todo y gesta lo que luego adquiere las variables de un clan familiar. Su esposo ya no puede más con su vida y comienza el fin. Inés se ha casado en mayo del `34 y en marzo del `35 lo hace Zulema quién en el año `37 tiene una hija, Nidia. Al año fallece Generoso quedando la familia en la ruina por la pérdida de bienes que significó recuperar a Generoso al seno familiar del injusto castigo y los gastos de la  atención médica.

En ese entonces el orgullo de Florencia hace que se aleje de sus hermanos, como una forma de ocultar su situación, ya que ellos gozaban de un nivel de vida alto y en esa época esas divisiones de nivel social eran más notorias y objetables. 
Al clan se sumaron los yernos. Decidieron alquilar una casona para poder vivir juntos y así recuperarse de tanta malaria, Florencia fue a trabajar en la misma fábrica donde entró su hijo Felipe. La Fabril Financiera de Bernal. Inés también lo hizo en Tapas Corona (SAFAC) de la Cervecería Quilmes. Los yernos, uno en el ferrocarril y el otro en la Cervecería. Zulema y Nélida atendían la casa. Todos bajo el matriarcado de Florencia en una manifiesta comunidad.

¡No, no son enfermeras! Son trabajadoras de la Fabril Financiera de Bernal (con sus uniformes que atentaban con la elegancia) Florencia Jordán de Ruesta la cuarta sentada desde la derecha. En el centro el capataz (Bendito tu... todavía por esos años no se pensaba que pudiera haber una 'capataza')

PUERTAS ABIERTAS
Esa vida familiar transcurre entre sobresaltos y alegrías. La casa siempre está abierta para parientes y entenados, todos quienes necesitaban un apoyo, hospedaje, un plato de comida, cariño lo encontraban pasando la puerta cancel de los Ruesta.
En nuestro país este tipo de familias ampliadas, generalmente conducidas por una mujer, se desarrollaron con el impulso de la inmigración, entre finales del siglo XIX y mediados del XX. Luego fueron desapareciendo y las familias se limitaron a los miembros inmediatos. 
En la casa de los Ruesta, en la calle Entre Ríos, se hacían reuniones, fiestas, brillantes peñas, donde todos participaban: amigos, vecinos y conocidos: Pipe Ruesta tocaba la guitarra y era
Sexteto de bandoneones
un excelente payador; Raúl Andrágñez, marido de Inés, además de animador en las orquestas típicas, era un notable humorista
; Eliseo Pressón, marido de Zulema, tocaba el bandoneón y con él llegaban a al hogar de los Ruesta muchas de las figuras notables de las orquestas típicas y con amigos como: Salas, Pancho Roumieu, Tesei, Cafiero, Damiano, Francisco Abbatantuono, Héctor Tiscornia. Se bailaba, se cantaba, las mujeres preparaban el lunch, el clericó y corría la bidú para los chicos y la Quilmes, infaltable.  Los días donde estos encuentros eran brillantes eran el 10 de agosto, cumpleaños de Florencia y las fiestas de fin de año, sobre todo el 1 de enero, donde muchos, después de los brindis de las 12, se trasladaban a festejar a esa casa cercana a la estación.
LA ABUELA LORENZA 
La familia fue creciendo. Más bienestar, más integrantes, más sinsabores; preocupaciones, satisfacciones, alegrías. 
Mientras tanto la vida política cambiaba. Distintos gobiernos, nuevos partidismos y la familia no escapó a las discrepancias, aunque la sangre nunca llegó al río. 
Florencia - o Lorenza, pues fuera del entorno inmediato todos la conocían por ‘doña Lorenza’ o ‘abuela Lorenza’, nunca se logró entender el por qué - fue abuela de cuatro nietos, dos mujeres y dos varones, su primera nieta Nidia, en el año 1957, la transformó en bisabuela de una niña, Liliana Martin. 
En ese entonces ya estaba jubilada. Después de preparar el almuerzo junto con Inés se sentaba a leer todos los diarios y le encantaba comentar las noticias. Las salidas eran con la mayor de sus nietas, al cine, al baile y al regresar a la casa se quedaban hasta muy tarde comentando sobre el espectáculo, la gente, el mundo social de aquel Quilmes que aún era pueblo. 
Transcurrió su vida entre dolores y las preocupaciones pero nunca nadie la vio llorar, ni aflojar en la lucha. 
Se apagó su vida rodeada de toda su familia que la amaba y respetaba; en su agonía llamaba, “mamá”. Quedó la duda a cuál ‘mamá’ llamaba ¿A la que le dio la vida? O a la aragonesa que siempre nombraba, a Bavila, la que le enseñó a luchar, a defenderse y ser una mujer autosuficiente. Florencia o Lorenza dejó este mundo un 14 de junio de 1978, rodeada por su familia; cuando la gente drogada por el mundial de fútbol vivaba al gobierno de facto e ignoraba los centros de detención, los torturados, los desaparecidos. 
CONCLUSIÓN 
Fue un modelo en el que muchos quisieron fundirse. Yo su nieta mayor, Nidia, crecí pensando que debía ser fuerte como ella; apenas lo logré algunas veces, pero creo que no le llegué a las rodillas. A la misma edad que ella tenía cuando fue bisabuela, me pregunto si algo de esa mujer me ha quedado y después de un balance de mi vida llego a la conclusión que mi fortaleza me viene de su fortaleza para enfrentar las intemperies de la vida… La sigo amando y admirando; sé que por siempre estará conmigo… mi abuela. Pocas veces sueño con ella, pero cuando me pasa, me suceden cosas buenas, es como un amuleto que me cuida…  


Por Nidia Pressón Ruesta



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